7 ago 2011

Tiempo

Yo era feliz y pequeño durmiendo con mi hermanita en la misma habitación.
Y de repente miré mi mano y tenía un cigarro medio consumido, y jugaba a los oficios con papel moneda de por medio.
Sentado en la acera me arrancaba la costra de una herida en la rodilla, despacio, muy despacio.
Y de repente me encontré acariciando la parte anterior de tu muslo con mi nariz.
Inexorable, lento, constante, como una canción de Sade. He pasado de amar el viento en mi espalda sudorosa a morir por escuchar otra vez el punteo de una guitarra.
Untaba la mantequilla en la parte superior del bocadillo.
Y de repente me encontré venerando el veneno de tu sonrisa, mirando de cerca el rimmel de tus ojos y pensando en nuestra descendencia.
Forzábamos la máquina, nos sentíamos dioses, éramos angeles.
Y el peso de la responsabilidad nos ha atado al suelo de este mundo puto hastiado de nuestras risas.
Te miraba a hurtadillas en el recreo y sentía calor en las mejillas, en el vientre.
Te miro de frente a los ojos y hundo mis uñas en las palmas de las manos para contener el beso que te mereces.
Escribía "roma" en los árboles de al lado de tu casa para que nadie supiera que había que leer al revés esa palabra.
Había que leerla al revés, tenías que leerla al revés.
Pero no la leíste, el tiempo te ha dejado atrás y ya no sabes quién soy.
Yo era feliz y pequeño, he parpadeado y todo ha cambiado.
Mas sigo funcionando igual. Como el tiempo.
 
 

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