31 jul 2014

V-E-L-O-C-I-D-A-D

Y nos comimos la noche una vez más.
Cuanto mas empujabamos, menos nos dolia. 
Nos mirábamos a los ojos y veíamos un fondo de terciopelo.
Nuestros zapatos resonaban con fuerza en la calle vacía. Me temblaba un ojo y no sabia por qué.
Jugábamos a ser los mas inteligentes, los mas listos. 
Los habitantes de ese momento de nuestras vidas nos miraban compasivos.
No me acuerdo de casi nada.
Pero veo tu rostro cerca del mío, con una sonrisa lasciva y anestesiada al mismo tiempo.
Ingeríamos fuego en vasos pequeños. Expulsábamos demonios humeantes.
Nos teletransportábamos a lugares que nunca habíamos visto.
Gente incómoda por nuestra repentina presencia.
Caras frías, puños calientes. Amor de plástico, olor a hierba recien cortada.
Y la noche pasaba tan deprisa que, en el frío amanecer, 
cuando nos arrastrábamos a nuestros escondites, 
nuestros estómagos se retorcían y nos pedían clemencia.
El tiempo era de goma, lo estirábamos cuanto queríamos.
Cuando no pudimos más, lo soltamos. Tremendo impulso.
Y mira donde hemos aparecido.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario