Dicen que el fin del mundo se acerca.
Y yo me siento mal por lo feliz que soy.
Dices a mis espaldas que soy un insulto a tu inteligencia.
Y yo me siento bien por romper tus esquemas.
Nunca he estado mal del todo. ¿Tocar fondo? No me suena.
Pero a veces siento odio. A veces soy como afeitarse sin espuma.
Desagradable y peligroso.
Y se me pasa tan rápido que ese sentimiento se asemeja a un mal sueño.
Cojo aire, lo suelto. ¿Es malo que en ocasiones ese acto no sea reflejo?
Hablo solo, y las palabras rebotan en las paredes. Entran en mi cuerpo como una penitencia.
Creo que pienso demasiado. Dejarme llevar es mi quimera. Una vez lo hice. Casi te pierdo.
Necesito un tiempo de clausura. Cuatro paredes, una hoja en blanco. Prisión consentida.
Y vuelvo a pensar en el lunar de tu pierna.
En mi mundo soy Dios, necesito crear vida para no estar solo.
Una canción, dos canciones, media hora, un café.
Dejarme llevar es mi quimera. Mi batalla personal.
Lo confieso. A veces intento no respirar.
Y se me pasa tan rápido que ese sentimiento se asemeja a una pesadilla.
Da gracias por que no me deje llevar.
Por eso sigo aquí.