Bajé la mirada y vi flotar el hielo. Escuché flotar las palabras.
Qué pasa con tu voz?
Tú no hablas así, tú eres mágica.
Sonó un móvil. Miré a la chica del vestido negro.
Ya te habías ido. Solo se escuchaba el barullo de la gente.
Pensé en susurrarte que volvieras, para que te giraras desde el otro lado de la calle y me miraras.
Lo lancé al aire. Tú no te giraste.
Se había roto el vínculo.
Lancé el vaso a la pared. Estalló en las miles de cosas que quería decirte para que no te fueras.
Me invitaron a irme. Nadie medió para que me quedara.
Susurré a la gente que allí había que me ayudaran, pero nadie escuchaba mis susurros salvo tú.
Me di cuenta de que ni siquiera tú los escuchabas ya.
Me fui a la guarida del mago sin trucos y me dormí pensando en el viento.
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